Indicaciones de lectura:Leerlo atentamente y con la
mente fija en cada acción. Alerta con los simbolismos.
Mi nombre poco importa, soy descendiente del linaje sagrado de un integrante de lo Alto; de sangre azul, azul como la tierna ambrosia que alguna vez probé (en un sueño verdadero).
Me hospedo en este frío calabozo, alto y oblongo, casi sepulcral. Su caótica y arcaica edificación encripta demasiados recuerdos, mi hospedaje es sólo uno de ellos, el más ínfimo quizás, porque mis antepasados también lo utilizaron.......
Ahora poseo solo tres objetos: (a excepción de los harapos, la cuchara y el triste plato de latón) un espejo, un medallón y una daga bañada con mi propia sangre, mi recuerdo más preciado.
Trataré de narrar a las mohosas piedras la historia que he hilvanado, meditado, ejecutado y de la cual ahora me siento muy orgulloso.
***
Solía gobernar desde mucho antes que empezase a caminar; mi padre, victorioso monarca desde siempre, heredó este reino de manera sombría; su padre (mi abuelo) desapareció misteriosamente y él se erigió como soberano absoluto, así me lo contó. Le gustaba regalarme libros universales, de discusiones sobre la justicia, del poder como posterior al bien y al mal; formándome para sucederlo (eso creo); sin embargo a mí más me interesaron las historias
fantásticas, las míticas como: Las mil y una noches, las trágicas tramas de Sófocles y las Centurias de Nostradamus, libros prohibidos por naturaleza.
Arrullaban mis grandes días un tibio sentimiento de amor, amor hacia una joven de delgadas siluetas y estigmatizados ojos cimarrones. Creo que mi padre lo sospechaba.
Para mi último cumpleaños me obsequió una daga de hermosa plata, me advirtió que nunca la dejara y se fue de viaje. ¿Agregaré que fue una alegría?, hospedé a mi amada.
Los soles pasaban y yo entretejía mi vida con el de la joven; la quería por sobre todas las cosas, por sobre los mares y los cielos (no por los dioses, que aquí pocos creemos en ellos). Mi padre siempre ostentaba una doctrina: “No existe la verdad ni la mentira, solo depende de quien la dicte, el vencedor o el vencido”; así era mi padre, hombre huraño y de rara felicidad; de aguileños ojos claros, barba cetrina y toscas facciones. Colgaba siempre un medallón de su cuello.
Al crepúsculo de una mañana desperté absorto en una melancólica calle de baldosa, aún llevaba la pijama y el frío aún torcía los huesos de ricos y pobres; me encaminé al castillo. Nadie quedaba allí, mis pasos reverberaban en los corredores y el azorado tiempo resbalaba, casi líquida, con el viento; sentía caminar en revés, caminar en círculos e infinitamente. Los espejos me multiplicaban, imitaban y jugaban sórdidos juegos de simular la existencia de otro mundo; siempre me agradaron, te dan la impresión torcida y utópica de que en cada uno de ellos se oculta un presente paralelo al nuestro, simétrico: la izquierda es derecha y viceversa. La gente de ese mundo nos percibe de la misma forma, tal vez esta sea la clave de otro “Yo” al que siempre perseguimos; cada espejo es un Universo, creo que eso también me lo refirió mi padre.
Ensayé un grito, ni el espacio se percató de mi presencia, crucé el cuarto de mis ancestros y luego el salón, el piso de gran mármol pulido reflejaba mi extrañeza. Divisé un cuerpo, era mi amada, tirada e indefensa (tal vez deforme); yacía en el suelo, muerta.
Al fondo del salón, la tarima ostentaba a un ser erguido, dándome la espalda; contemplaba una barroca pintura, la legendaria batalla de Cronos y su hijo, Zeus. Se volvió y su metamorfoseado rostro me enfrentó, salpicaba odio y sucio deleite por cada minúscula facción. Era el cruce un dios y el barro, del ángel y del demonio, de la vida y la muerte, era un hombre, era mi padre.
Un frío estupor me invadió, podía oír trabajar los engranajes de mi mente y la guerra de mis dos mundos explotó, la cruenta guerra de Todos contra Nadie, de alquimistas, dioses, espejos y los dioses que habitan el mundo de cada espejo; de reyes y mendigos, del trigo y la paja, el universo y la nada, de mi amor y su odio... Desenvainé mi daga y arremetí contra él, con salto ágil la esquivó, carcajeando maléficamente.
- ¡Lo logré! –Gritaba – Ahora todo volverá a cumplirse.
Mi ímpetu volvió a incitarme; él cogió un fino bastón y me golpeó, como quien burla a un dragón, como quien espera la muerte; aquel ser (porque ya no era mi padre) era ahora lo que más abjuraba en este mundo y no me importaba no heredar su reino a cambio de causarle el mayor daño posible. Lo golpeo, lo muerdo e incrusto mi daga de primorosa plata en el

***
Mi calabozo se torna glorioso al recuerdo de esta historia, después de todo no es la primera vez
que un hijo mata a su padre; lo hizo Edipo, lo hizo Refugio y Bruto; también lo hizo Zeus con su padre: lo destronó, lo derrocó y ahora yace en la médula misma del infierno, lo encerró en el Tártaro. Lo de este último no debe impresionar mucho a nadie, yo soy de su linaje; me fue heredado el sublime ritual de ceder el reino en base al poder, por supremacía: el asesinato.
¿No lo entiendes?, la historia que narré no es la mía, sino la de mi hijo. Fui yo quien mató a la joven, fui yo quien incité a la violencia en mi hijo para que me ataque y con la daga en mi vientre, selló su destino.
Lo hizo mi padre conmigo y mi abuelo con él así ad infinitum. Me siento feliz después de todo, no sin temor ejecuté mi plan y comprobé una vez más la tesis de mis ancestros: “No existe la verdad ni la mentira”. ¿En qué se basa por ejemplo, la justicia? Solo en la voluntad insoluble del poderoso, aquella fuerza viene de un postulado anterior. ¿Cuál es la visualización absoluta de un dios? No de Zeus, ni de Buda, uno es todos y todos son uno; tanto Brahma, Odin y Osiris forman el mismo Ente Supremo que gobierna nuestra ética. La inmortalidad le impide apreciar el sentido del tiempo, viaja hasta el “infinito futuro” y luego acabándolo vuelven en revés (por que ni el tiempo es infinito). Ulterior a todo esto nada importa, sólo las ganas de que en un tiempo sin fin podamos llegar completamente “limpios” y regresar a la era de los dioses. Esa es la razón de mi estirpe, por ella tuve que hacer esto, tan sólo con esa daga no se rompería la cadena. Lo hizo mi padre conmigo; por ello la daga, y más aun con la sangre mía, es mi máximo trofeo.
¿No lo entiendes?, la historia que narré no es la mía, sino la de mi hijo. Fui yo quien mató a la joven, fui yo quien incité a la violencia en mi hijo para que me ataque y con la daga en mi vientre, selló su destino.
Lo hizo mi padre conmigo y mi abuelo con él así ad infinitum. Me siento feliz después de todo, no sin temor ejecuté mi plan y comprobé una vez más la tesis de mis ancestros: “No existe la verdad ni la mentira”. ¿En qué se basa por ejemplo, la justicia? Solo en la voluntad insoluble del poderoso, aquella fuerza viene de un postulado anterior. ¿Cuál es la visualización absoluta de un dios? No de Zeus, ni de Buda, uno es todos y todos son uno; tanto Brahma, Odin y Osiris forman el mismo Ente Supremo que gobierna nuestra ética. La inmortalidad le impide apreciar el sentido del tiempo, viaja hasta el “infinito futuro” y luego acabándolo vuelven en revés (por que ni el tiempo es infinito). Ulterior a todo esto nada importa, sólo las ganas de que en un tiempo sin fin podamos llegar completamente “limpios” y regresar a la era de los dioses. Esa es la razón de mi estirpe, por ella tuve que hacer esto, tan sólo con esa daga no se rompería la cadena. Lo hizo mi padre conmigo; por ello la daga, y más aun con la sangre mía, es mi máximo trofeo.
He narrado la historia en primera persona, para evitar que me interrumpan los vientos, interrogando antes de tiempo la razón de mis acciones (esto no es una excusa). Sólo así concatenarían mis pensamientos y los de mi hijo.
El barro es bueno para las heridas, ya no sangra mucho y al descubrir mi hijo el medallón (que de hecho lo hará), el Círculo se volverá a enroscar. Tengo que dormir temprano, mañana es el día más feliz de mi vida: mañana, por orden de mi nuevo rey, mi hijo, mi dios, voy a ser ejecutado.
3 comentarios:
este fue el mas largo ah! algo confuso, casi nada por que segui tus indicaciones ,XD, y se ve que sustentas los actos de tus personajes con sucesos miticos.
Es completamente cierto, en esta historia además de usar mitología se me nota claramente la influencia de Jorge Luis Borges, por ello lo de Ultraistoide, porque a pesar de mi inclinación por el ultraismo como en esta historia no estoy compuesto sólo de eso, pomo puedes notar en mis otras historias, soy la fusión de muchos influjos.
seeeee reflejo claro de borges, con un final influido por a ( no me acuerdo el nombre) esa historia de la cicatriz :D (y).
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